lunes, 24 de septiembre de 2012

Nuca pensé escribir algo así y menos creyendo que estaba superado, que con el tiempo había cambiado pero no me puedo engañar: mis sentimientos siguen ahí, presos de ti.
Sigo sonriendo sin motivo al verte, al oírte o simplemente al recordarte. Estás más dentro de mí de lo que imaginaba.

No hay día que no piense en ti, en tus ojos, tu sonrisa, tu aroma... incluso, a veces, se planta ante mí la primera vez que te vi, el primer abrazo, cuando me dijiste por vez primera que siempre estarás ahí o el primer "te quiero", esas dos palabras que nunca dejé que salieran de mí, que nunca dejaré de oír unas veces a voces y, otras en susurros, pero siempre en mi mente.


Me enfado conmigo misma por no haber avanzado, por darme cuenta que sigo en el mismo punto que hace meses. Pero, también lo pienso y, me engaño, porque no sigo en el mismo punto sino que aún ha empeorado. Tanto daño y malos momentos que he pasado, tantos minutos llorando por sentir lo que es imposible y todo para qué, ¿para que me siga haciendo daño verte con otro?; ¿para seguir fingiendo que estoy bien cuando no soy yo quien te besa?; ¿para conformarme con una amistad cuando eres mi primer y último pensamiento del día?




Después de dos años, quizá sea el momento de actuar y cortar por lo sano, es ahora o nunca. Puede que sea muy radical, que me salga mal y pierda más de lo que gane, pero quizá la mejor solución está en desaparecer por un tiempo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario