martes, 23 de octubre de 2012

Idea, ¿qué idea?...


En forma de duende, en forma de hada, de dragón o unicornio, príncipes o princesas, todo aparece y desaparece en nuestra mente con el paso del tiempo. En forma de sueño o la misma realidad, todo se confunde, ante los ojos. 
Creemos que solo nos ocurre en ciertos momentos de nuestra vida, llamémoslo niñez o adolescencia, pero no es así, sigue ahí, aún madurando perdura, simplemente cambia, se adapta a la vida, pero de lo que no nos damos cuenta, es que siempre nos acompañará. Y lo que es aún peor, siempre querremos que esté ahí como la primera vez, la inexperiencia, la correspondencia.
Lo que buscamos.... la felicidad.
La felicidad que a veces tocamos y dejamos escapar. La felicidad que perseguimos hasta quedarnos sin aire. La felicidad que logra una simple sonrisa, una amistad, un amor.
¿Por qué a menudo olvidamos esa felicidad? ¿Por qué la mayoría de las veces nos engañamos creyendo que somos felices cuando no lo somos, o en cambio, no sabemos apreciar la felicidad cuando la tenemos?
Quizá sea la idea idealizada de felicidad lo que nos hace tropezar una y otra vez en el camino, pero...¿qué sería de nosotros si no buscáramos la felicidad, si nos conformásemos con lo más mínimo, si no lucháramos por nada?
Perderíamos experiencias inolvidables, únicas, valiosas, perfectas, tristes pero también alegres.
Lo difícil es aprender a vivir aun cuando sabemos que quizá nuestra felicidad está más lejos de lo que creemos. ¿O es al revés?

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