viernes, 7 de septiembre de 2012

Aprende a vivir


Tras una noche sin apenas pegar ojo, me levanto lentamente y, quitándome las legañas, empiezo a ver lo que hay a mi alrededor. Es mi habitación pero, extrañamente, no es como la dejé anoche, antes de dormirme.
Sorprendida encima de la cama, miro todo mi alrededor. Sólo hay puertas y más puertas, por todas partes, parece como si al abrir cada una de ellas detrás me esperase un suceso terrible.
Estaba decidida a averiguarlo. Curiosamente, a medida que me acercaba a la primera puerta, comenzando desde mi izquierda, se iba viendo poco a apoco más claro una serie de letras escritas a fuego en la parte superior de la puerta. En ésta primera se leía Amistad. Respire hondo como para coger fuerzas antes de cruzar el umbral. Tras aquella puerta color haya, se extendía a mis pies un innumerable número de colores y fotografías. A medida que avanzaba me introducía en éstas. Sorprendentemente eran momentos de mi vida. En una de ellas me encontraba rodeado de mis amigos tomando unas cañas y echándonos unas risas al recordar imágenes divertidas del fin de semana anterior, las caras tan extrañas y, en ocasiones deformadas, tras una fotografía casi hecha a traición. En otra imagen se veía cómo disfrutábamos de un helado tumbados en unas toallas y rodeados de barajas de cartas porque fue la época de un juego muy popular entonces: el mentiroso. Y así fui recordando siete momentos distintos. Momentos inolvidables que, en ese instante, pueden parecer insignificantes e incluso rutinarios pero que, tras unos años, añoras, sobretodo si todos esos amigos han ido alejándose poco a poco. Al final se veía otra puerta, la salida, pero además una frase escrita con letras rojas: “Disfruta de los pequeños momentos porque éstos no vuelven. Los buenos amigos siempre están ahí.”
Volvía a estar en mi cama. La puerta de Amistad había desaparecido. Me dirigí a la siguiente: Familia. Ésta me hacía sentir como en casa, tranquila, protegida. Al entrar momentos agradables y otros que no lo eran tanto pero todos rodeada de la familia. Una de ellas me llamó especialmente la atención. Era de los primeros años que iba de vacaciones a la playa. Tendría unos cuatro años y eso si que eran vacaciones en familia: padres, tíos, abuelos y por supuesto mi hermana gemela, inseparables. Recuerdo que mi abuela se pasaba las horas muertas bajo la sombrilla sentada en su silla sin parar de hacer pasatiempos, cosa que aún sigue haciendo. Mi abuelo no podía disfrutar de un día de playa sin darse un buen paseo por la orilla y no faltaba el gran chapuzón de mi tío, que cada vez que entraba al agua, parecían cambiar de rumbo las olas. Después de una jornada más de calor, tras la cena, venía lo mejor: los grandes helados sentados en una agradable terraza: chocolate, vainilla, nata, nueces…
Fueron pocas las veces que se repitieron las vacaciones con toda la familia. Así pasaron una tras otra imágenes, momentos en los que desearías que ésa no fuera tu familia, en que estarías mejor sola… Llegué a la puerta de salida, en ésta también había algo escrito:”La familia no se elige, pero es lo más importante que tenemos, te apoyarán y querrán eternamente.”
Siguiente puerta: Amor. El amor puede ser de muchas formas distintas, pero todas ellas importantes. Quizá es el sentimiento que más abunda ya que puede ser de muchas maneras. Imágenes como cuando un niño recién nacido coge el dedo de su madre; el perro que no se separa de su amo ni aunque éste muera; el beso entre dos jóvenes enamorados; el anciano que ésta ahí siempre que su esposa tiene que permanecer durante largo tiempo en un hospital o la niña que se te acerca con una flor en la mano y te la regala porque te ha visto llorar. Las muestras de amor son continuas, se ven en cualquier momento.
Entre todas estas escenas me quedaría con una que me tocó el corazón. Trabajaba cuidando personas ancianas y había mucha gente a mi alrededor que parecía estar trabajando con ganado o con simples cajas. Sin embargo, con pequeñas muestras como la que una anciana me hizo, se da uno cuenta de que son personas, que viven y que, como todo ser, necesita amor y cariño.  El hecho de que me regalara unas guindas, ésas que esperaba con locura porque eran el regalo de su hijo cuando le iba a visitar, casi de año en año, demostraba que, aunque sólo pasaras unas horas con ella, el hecho de hacerlo con cariño y escucharle sin más, lo agradecía enormemente.
Llegué al final y ésta vez , se veía escrito lo siguiente:”El amor es lo que mueve el mundo, es necesario y se muestra de tantas formas que siempre está presente.”
La cuarta puerta llevaba un sentimiento algo distinto: Ilusión. Quizá se podría decir que está conectado a todos los anteriores. La ilusión por conocer gente y hacer nuevas amistades, la ilusión por hacer feliz a un ser querido o la ilusión de ver nacer a un nuevo miembro de la familia. Posiblemente el mejor reflejo de ilusión o de las primeras imágenes que se nos vienen a la mente, es la ilusión de los niños la noche antes de reyes por descubrir sus juguetes preferidos al día siguiente. Esa ilusión que a medida que crecemos vamos perdiendo. Pero también se observa cuando una chica está deseosa de ver la cara que pondrá su novio al darle el regalo de aniversario en el que ha puesto toda la ilusión y todo el amor del mundo.
La frase de ésta puerta es:” Ilusiónate como  cuando eras niño y hazlo por cada cosa que te importe, que te haga sentir viva, que te haga ser feliz .”
La puerta que iba a abrir ahora me llamó mucho la atención: Esperanza. Es una de mis palabras preferidas y forma parte de una frase que siempre está en mi mente:”La esperanza es lo último que se pierde”. Y por los sucesos que había vivido últimamente, no dejaba de pensar en ella. Desde pequeño te vas ilusionando por cosas. A medida que vas creciendo esperas que según pase el tiempo vayas cumpliendo tus metas. Si las cosas salen mal siempre esperas que mejoren o que cambien. Por ejemplo, desde que tenía cuatro años esperaba ser médico cuando creciera, tener un perro y muchos amigos.  Años más tarde tenía la esperanza de que para mi próximo cumpleaños me regalaran un bicicleta nueva. Ya de adolescente seguía teniendo la esperanza poder estudiar lo que siempre has deseado. Nada de esto se ha cumplido a día de hoy pero nunca pierdo la esperanza, seguro que más tarde o más temprano se consigue.
Antes de salir leí esta frase que me emocionó:”Nunca pierdas la esperanza, si luchas por lo que quieres antes o después llegará. A veces, cuanto más difícil es el camino, mayor es la recompensa.”
La sexta puerta mostraba: El Pasado. Todo el mundo tiene un pasado. Ante todas las imágenes de tu vida; momentos buenos, momentos malos, alegres, tristes, vergonzantes, esperanzadores, inolvidables, surrealistas, irrepetibles.
Creo que como a mi le pasa a mucha gente. En algún momento echas de menos algo del pasado. Algunas afirman que tiempo pasado fue mejor o, también, más vale lo viejo conocido que lo bueno por conocer. La gente que se aferra al pasado se dice que tienen miedo al futuro. Pienso que en cierta manera todo el mundo tiene algo de miedo al futuro, el no saber qué te va a suceder, el saber que todo puede cambiar sin saber si será a mejor o a peor…
Esto también se conoce por morriña, saudade, melancolía, añoranza, nostalgia.
Pero el pasado sirve para hacer tú mismo tu futuro. Si aprecias las cosas buenas del pasado y aprendes de las cosas malas no volviéndolas a cometer, tu futuro será mejor que tu pasado. Cada uno se escribe su propio futuro y depende de lo que quieras hacer con tu pasado.
La frase que cierra esta puerta abierta hay que tenerla muy en cuenta:” No está mal mirar al pasado pero, lo que importa, es el presente, porque de él dependerá tu futuro. El pasado, pasado está, quédate con lo bueno y aprende de lo malo para no cometer los mismos errores”.
Creí que con esta puerta se terminaba este, como llamarlo, surrealista sueño. Pero, ahora la imagen no era la misma. No estaba rodeada de puertas, sino que había una única puerta de color blanco, no haya como las demás y sorprendentemente no decía ni una palabra, no había absolutamente nada.
Entré con más miedo y nerviosismo que en todas las anteriores. Abrí la puerta cuidadosa por temor a lo que pudiera haber detrás.
Era aún más distinta por dentro. No se veían imágenes. Pero sí muchas frases decoraban las paredes de arriba abajo. Se extendía ante mí un largo y blanco pasillo. Todas las frases estaban escritas y colocadas de manera que una seguía a la otra. Comencé a leer.
- Recuerda las palabras escritas en cada puerta que abriste.(Amistad, Familia, Amor, Ilusión, Esperanza y Pasado).
- Recuerda todas las frases de despedida de cada una de las puertas a las que has entrado anteriormente.( Disfruta de los pequeños momentos porque éstos no vuelven. Los buenos amigos siempre están ahí. La familia no se elige pero es lo más importante que tenemos, te apoyarán y te querrán eternamente. El amor es lo que mueve el mundo, es necesario y se muestra de tantas formas que siempre está presente. Ilusiónate como cuando eras niño y hazlo por cada cosa que te importe, que te haga sentir viva, que te haga ser feliz. Nunca pierdas la esperanza, si luchas por lo que quieres antes o después llegará. A veces cuanto más difícil es el camino, mayor es la recompensa. No está mal mirar al pasado pero, lo que importa es el presente, porque de él dependerá tu futuro. El pasado, pasado está, quédate con lo bueno y aprende de lo malo para no cometer los mismos errores.)
 - Reflexiona sobre todo lo que has visto y leído.
- Olvida el mal momento que estás viviendo.
- Apóyate en tus amigos.
- Apóyate en tu familia.
- Quiere, ama como si no importara nada.
- Haz realidad tus ilusiones, tus sueños.
- Ten esperanza porque todo llega aunque se haga esperar.
- Vive el presente, disfruta, cree en el Carpe Diem, sonríe.
Soy tu futuro. Si sigues estos pasos siempre positivamente y das siempre lo mejor de ti, tendrás un fructífero porvenir, alegre, apasionante y alucinante futuro. Suerte.


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