jueves, 9 de enero de 2014

No puedo evitar...

No puedo evitar reír. Por las buenas noticias. Por cómo ha comenzado este año. Por la alegría de la idea, cada vez más factible, de ver otra vez reunida a la family. Esa idea que desde que empezaron los primeros a bajarse del barco, mantuve firme...es un break...nada es definitivo, volverán. Hay demasiados miembros en vilo. Los que se fueron, sin idea de volver. Los que se fueron con idea de volver aunque sin fecha y los que se fueron y aún está en el aire si volverán. Pero poco a poco vamos recuperando a uno más. Espero que todos estemos en un futuro, no muy lejano, como en los viejos tiempos. Como el año que hizo conocernos, formar esta mini family en el exilio. Las pequeñas grandes cosas que no pueden negarnos estando aquí.

No puedo evitar llorar. Por un día de pensamientos. De echar de menos. De querer algo más de lo que hay, aún sabiendo que no depende de ti. Que no depende de nadie. De llorar por lo que pudo ser o por lo que fue. De pensar en lo importante que puede llegar a ser alguien sin saberlo. En acercarse un día importante en tu corta vida y tener la sensación, de no tener nada que celebrar. Las personas importantes que forman parte de esa celebración no están a tu lado. De que llegue ese día y hacer balance. Tener miedo a que lo negativo pese más que lo positivo aun siendo más pequeño.

No puedo evitar reír al ver la felicidad en su máximo esplendor. Esa que tanto se busca. Esa que se añora sin conocerla. Esa, que todo el mundo vive por alcanzarla y muy pocos la consiguen. Esa felicidad que, en mi caso, antes que yo, prefiero encuentren las personas que me importan, las personas de mi alrededor más cercano, las personas que tienen un huequito dentro de mí el cual se han ganado a pulso y que les pertenece. Las personas que quiero. Y cuando esas personas están consiguiendo esa felicidad...tú, a tu manera, también estás obteniendo un poquito de ella.

No puedo evitar llorar por volver a pensar en ti. Por intentar hacerme a la idea de que es lo que hay. De que estuvo bien pero estaba escrito que esto fuera todo. Llorar porque me intento autoconvencer de que lo intenté todo y no resultó. Llorar porque quizá me quedó algo pendiente que hizo que nos separáramos. Pensar que esto no acabe aquí. Pensar que puedo aprender a ser amistad incondicional.

No puedo evitar sonreír al pensar en la idea de que seamos eso, la más pura y duradera relación de amistad. Si es verdadera, para siempre. No puedo evitar sonreír al tener la sensación de que tú también quieras algo más, de querer seguir conociéndonos. De que pienses en mí, aunque sea de vez en cuando. No puedo evitar sonreír al pensar, que ya ha pasado un tiempo y no parece que esto vaya a morir aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario